A la memoria de Mari Carmen Méndez, defensa de las personas dependientes y de Vegadeo.
María del Carmen Méndez Gómez, vegadense de 46 años, ha muerto en la Residencia La Milagrosa de Vegadeo (Asturias) tras una larga enfermedad que contrajo a los 13 años y que dio lugar a que fuese totalmente dependiente.
Entre la foto en blanco y negro y las de color, habían transcurrido diecisiete años. En la primera, caminando por la playa de Tapia de Casariego, de esmoquin, la expresión en los cuatro rostros es absolutamente elocuente.
No hace mucho tiempo, en el programa de televisión de Correo Televisión-Grupo Correo Gallego de Santiago de Compostela, Trobeiros de Compostela, que hacemos el periodista radiofónico gallego mas popular de Galicia Luis Rial, el médico, doctor, catedrático, músico y poeta José Luis Mari Solera (el gran amigo Licho) y el que suscribe y que dio la idea del mismo (con esta temporada 2010-2011 ya son cuatro las que estamos en antena.
...Ya no somos los mismos...¿O sí?. Decía don Antonio Buero Vallejo que "el tiempo somos nosotros y no es posible detenerlo". Pero de cuándo en cuándo, sí que es posible remansarlo y volver la vista atrás.
Acudir a la memoria remota y exhumar momentos de vino y rosas, de la mano de esas fotos de color sepia que guardamos con celo en un rincón íntimo. El cerebro, ese truhán tramposo, al final siempre nos engaña.
El sábado 19 marzo-11, día de San José, el día del Mercado de Vegadeo-La Vega-A Veiga (tres nombres, tres rios Suaron-Monjardín-Eo -, tres o mas montes: Silvela-Escandón-Presa-Larion-etc. -), llega a mi querido pueblo Francisco Alvarez Cascos.
En el curso académico 1965-66, el grupo de teatro del Colegio Mayor "Santa Catalina" de Oviedo, estrenó "La tercera palabra", de Alejandro Casona. Éxito notable de público y de crítica.
Casi al principio de la obra, una de las actrices -instalada en el papel de tía del protagonista- llama a voces a Eusebio, el diligente jardinero de la mansión, y le ordena que acuda presto a recoger a una profesora que había sido contratada para ocuparse de la formación de Pablo, un "buen salvaje" veinteañero, a quien su padre había criado lejos de la civilización para alejarle de las nefastas influencias de la gran ciudad.