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Calano

Publicado en Arte
15 Octubre 2010 by

Otro de los esforzados futbolistas que hicieron historia en aquel Vegadeo F.C. de hace cincuenta años, es Julián Castaño Pérez. Jugaba de extremo izquierdo y era nuestro Gento local. Aunque de pequeña estatura, rápido como una centella, fue siempre un fuera de serie en el regate corto. De ahí que Luís de Eulogio, en su caricatura, le dibujase alas en los pies.


Los defensas de los equipos contrarios se volvían locos tratando de neutralizar sus veloces escapadas por la banda. Centraba con maestría, buscando la cabeza de los rematadores, en especial de "Machela", el bravo delantero centro con el que se entendía a las mil maravillas. Manejaba los efectos del balón con mucha habilidad y precisamente por esa destreza, marcó goles memorables desde lugares inverosímiles, prácticamente sin ángulo. Por su morfología, sufrió numerosas lesiones, ya que los defensores de entonces no se andaban por las ramas y sacudían estopa que era un primor.
"Calano" trabajaba toda la semana en el taller mecánico de su padre. Pero si el domingo en el campo le habían zurrado la badana más de lo habitual, el lunes era misión imposible levantarse de la cama. Quebrantado y maltrecho, además tenía que tragarse sin rechistar, los mil cagamentos en el fútbol -y de paso en todo el santoral- que salían por la boca del bueno de Paulino. Claro que el cabreo paterno iba amainando a medida que se acercaba el próximo encuentro. Porque Paulino Castaño, jamás se perdía un partido de su hijo. Parece que lo estoy viendo, con su puro y su boina negra, en el Soutón, con los nervios a flor de piel, siempre cerca de la demarcación de "Calano".
Pero Julián también tenía que purgar otra penitencia colateral. Si cuando iba a cortejar a Maribel la "Xurata", -su amor de toda la vida- llegaba lesionado, le caían chuzos de punta. Pero como nunca llovió que no parase, las reconciliaciones en las campas de Vilavedelle, no se hacían esperar.
Los de mi quinta recordarán a Paco del "Carneiro", hombre inolvidable del ecosistema veigueño, buenísima persona, simpático, afable, e infatigable trabajador. Paco, vieja gloria del Vegadeo F.C., acudía todos los domingos al Soutón para animar a su equipo del alma. Su "¡hala muchachooos...!" sonaba en todos los partidos de principio a fin.
Julián siempre salía de la caseta irreprochablemente peinado, luciendo un hermoso tupé, que solía aguantar incólume los preceptivos noventa minutos. Paco, socarrón e irónico a más no poder, cuando pintaban bastos, solía fustigar a los esforzados deportistas de casa con toda suerte de chungas y chanzas. Y una tarde aciaga, contra el Barcia F.C. en la que "Calano" no hallaba modo de traspasar la defensa contraria, Paco le gritaba una y otra vez desde la banda: "Calanín, con estos hay que despeinarse neno"...o "Despéinate Julianín, que nos comen...".
Tras un nuevo lance marrado, ya en las postrimerías del partido, "Calano", extenuado y harto de aguantar estopa, se paró ante Paco y le espetó: "Nun me despeino porque levo fijador, Paco, nun me toques más os coyois...".
Pero si Paco del "Carneiro" era pertinaz con los gladiadores titulares del Vegadeo F.C., con su hijo Moncho, excelente futbolista juvenil y magnífica persona, era inclemente. En la final del torneo entre barrios y con un empate en el marcador, Moncho, habilidoso y genial, luego de regatear a varios contrarios, se plantó en el área y disparó a puerta un potente zurdazo que rozó el larguero y se perdió por el fondo norte. Paco, que seguía la jugada con fervorosa pasión, ante el fallido gol, espetó con voz de trueno a su vástago: "¡Déixate chegar a casa...!". Y se marchó a tomar un sol y sombra en el puesto de "Bolón"...
Como tantos otros veigueños, un día "Calano" tuvo que buscarse las habichuelas en Suiza, despidiéndose del fútbol y de su patria chica.
En casa de sus padres y con sus hermanos pasé jornadas inolvidables, jugando al parchís o a la brisca, al amor de la lumbre y degustando el inigualable café de pucho que preparaba Mercedes, su madre. Aunque nos vemos de higos a brevas, mantengo intactos aquellos afectos infantiles con todos los Castaño Pérez Y un recuerdo especial de Miguel, mi gran amigo, que murió en un trágico accidente laboral en la flor de la vida.
El pasado verano me encontré con "Calano" en la playa de Arnao. Está como siempre, hecho un trueno. Genio y figura...

Nicolás Fernández y Suárez del Otero

Vegadeo 1948.
Licenciado en Geografía e Historia por la Universidad Complutense de Madrid, ejerció de profesor en varias universidades españolas.
Columnista, tertuliano, director de revista, pero sobre todo, visceralmente escritor y veigueño.

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