Tengo ante mí una foto en blanco y negro, velada en sepia por el paso inexorable del tiempo, donde sentado en un banco del parque y flanqueado por mis padres, doy buena cuenta de un delicioso helado de cucurucho.
En el retablillo de caricaturas de Luís de Eulogio, que una a una irán apareciendo en este medio si el destino no lo impide, hoy le toca comparecer a don José Rodríguez, sacerdote omnipresente durante décadas en el plácido discurrir del día a día veigueño, allá por la primera y parte de la segunda mitad del siglo XX.
En esta nueva entrega de caricaturas de Luís de Eulogio, les ofrecemos hoy el perfil de dos personajes absolutamente peculiares de las riberas del Eo: Quique Cuervo, de Vegadeo y Rafael Monteavaro, de Castropol.
Dicho sea con el mayor de los respetos, podría encajar sin duda en el reparto de "Luces de Bohemia" de Valle Inclán. Y también como actor secundario en cualquier película del neorrealismo francés.
Podría escribir un ensayo apasionado sobre este castropolense señero y su colosal ingenio. Pero no teman, voy a limitarme a una aproximación modesta a su inabarcable universo personal.
Abogado de profesión, fue conocido y celebrado en todo el occidente astur y el oriente gallego, no sólo por su condición de Procurador de los Tribunales, sino por su incomparable gracia, su fantástica agilidad mental y su agudo y exclusivo sentido del humor.